Cuando salgo por la mañana del garaje, me encuentro justo enfrente de casa con una enorme tapia, que a veces me da los buenos días con nuevos grafitis y divertidas pintadas, poniendo en marcha mi imaginación de camino al trabajo. Expresiones como “TQ pequeña” o “Vuelve Paco” me proporcionan material más que suficiente para distraerme inventando historias sobre las personas que hay detrás de ellas.
Sin embargo, esta mañana no fue una de esas pintadas que desgraciadamente borran con tanta rapidez, volviendo a dejar mi tapia como un encefalograma plano, la que puso en marcha mi cabeza, sino un pequeño Fiat amarillo que de tan lleno de polvo, los cristales parecían opacos y el amarillo chillón de la pintura se había convertido en un amarillo huevo, en cuyos cristales leí lo siguiente: “Ojalá mi novia fuera la mitad de guarra que tú”.
Me pareció tan ocurrente y divertida que me quedé pensando en ella toda la mañana, pensando en la frescura y desinhibición del chico al que se le hubiera ocurrido semejante metáfora, que bien podría ser cualquiera de los jóvenes que conozco, entre ellos mis hijos y bueno, gracias a dios, muchos de mis amigos no tan jóvenes. Me sonrío al pensar en las caras que con cariñosa desesperación ponen mis hijos cuando les pido que lean algunos de mis poemas.Como a mucha gente, les cuesta trabajo entender las metáforas o imágenes visionarias como las llama Carlos Bousoño, que aparecen en mis versos. Sin embargo esta metáfora coloquial seguro que la entienden y les divierte, sobre todo, porque no la he escrito yo y pueden distanciarse emocionalmente de ella lo suficiente.
“Ojalá mi novia fuera la mitad de guarra que tú”, el error interpretativo al que descaradamente obliga esta ingeniosa frase es esencial para comunicar lo que seguramente deseaba su autor y lo conseguía, vaya si lo conseguía. La sorpresa y economía expresiva son características de lo poético e intensifica la significación de lo que deseamos decir, nos individualiza aunque paradójicamente el sentimiento sea universal. La palabra “guarra” pudiendo ser de lo más ofensivo dirigida a una mujer en el plano racional, sería entendida sin embargo, en este caso ,de forma positiva por la mayoría de las mujeres, al menos, de las mujeres que conozco .
Es en la utilización metafórica del lenguaje coloquial cuando precisamente la persona se manifiesta con más espontaneidad, como en el sueño, e incluso a veces en el “lapsus linguae”, donde nuestra inteligencia emocional e intuitiva nos da un alegre respiro a tanta verdad racional,verdad que emplea frecuentemente un lenguaje encorsetado e hipócritamente manipulado, como es el caso del discurso político (y no me voy a ir por aquí porque vomito), donde con engañosos juegos metafóricos que no les divierte a nadie, intentan convencernos de cualquier cosa sin conseguirlo, principalmente porque no alcanzan ya a emocionarnos ni lo más mínimo. Idiotas.
La ecuación metafórica tanto en el lenguaje coloquial como poético, se basa solo en la emotividad, en una coincidencia objetiva no consciente donde el sentimiento que produce se aproxima al sentimiento que conocemos o deseamos. Por eso la irracionalidad es característica de la poesía contemporánea como el pensamiento irracional es esencial para entenderla, y pese al miedo que nos produce aceptarlo, es de la mejor forma que entendemos lo que nos sucede cuando sentimos. Es necesario dejarnos llevar por la emoción sin buscar con la razón ninguna semejanza lógica, pues la razón nunca la encontrará, como nos pasa cuando por ejemplo un amigo te pregunta: “¿pero qué coño has visto en esa tía?”, y eres incapaz de explicárselo, o cuando una amiga te dice al entrar un tío en el Starbucks donde tomáis un café: “mira, ese tío está cañón”. ¿Qué tiene que ver un tío con un cañón?, diría el protagonista de la serie de televisión Big Bang Theory.
En principio, ni siquiera esa chica encontrará palabra o situación alguna de semejanza que pueda equiparar un cañón con un tío para explicarse, si no es mediante asociaciones a nivel emotivo y de forma simbólica, donde nuestra capacidad de sentir nos permite las claves para poder entender estas cosas. Como sucede en la fraseología coloquial, animada siempre por un espíritu alógico y tan de moda (yo diría que necesario), en nuestros días. Y eso que ya San Juan de la Cruz, cuya obra buscaba en lo más escondido y oscuro del alma, utilizaba la imagen visionaria o metáfora irracionalista propia de la poesía contemporánea como claves para entendernos.
La poesía y el lenguaje poético rozan nuestros deseos y pensamientos más íntimos, admitámoslo públicamente. Deseos que a su vez son tan universales como para expresarlos en los cristales de un coche lleno de polvo. Un coche que rápidamente podremos lavar con científicos razonamientos si la emoción nos abruma, aunque los bajos, como nuestra necesidad de comunicar esos sentimientos, sigan ahí, llenos de barro.
Y ahora, antes de cargarme en mi próxima entrada el “Ojalá” de esta frase, hablando del paso que une y separa deseo y realidad, voy a darme un baño, que estoy hecha una guarra.

¡Ja, ja! Absolutamente genial. Me encanta tu incorrección política. Sheldon (el genial protagonista de ‘Big Bang Theory) se equivoca: me imagino que un tío puede estar cañón, y la imagen es muy representativa (aunque no soy muy partidario de ellas, se pueden incluir aquí todas las implicaciones psicoanalíticas más de andar por casa que se quieran). Me cuesta aplicarla a las mujeres, pero entiendo el punto de vista. Las metáforas cotidianas son impagables. Y, al final, todo es metáfora, ¿no crees?
Eso es! Eso mismo es lo que yo creo, todo es metáfora porque la metáfora es la parte de verdad que hay en la realidad. Pero cuando digo esto la gente me mira como si fuera de otro planeta, joé! Las metáforas cotidianas son la leche. La leche porque nos facilitan decir las cosas que sentimos día tras día de manera que no nos avergoncemos al hacerlo, o no?
Mira, a veces, se exasperan con mi forma de expresarme o de ser (más de una bronca…), y es que yo «vivo imaginada«, como digo en un poema. Creo que tú puedes entender lo que quiero decir, vivo y traduzco la cotidiana realidad en clave metafórica, para mí es lo más sencillo, bueno, la forma en que me entiendo mejor, que es cuando me meto en la bañera e intento descodificar mi clave para hacerme entendible. Por cierto, tengo un baño a medio terminar sobre “realidad y verdad”, a ver… me has dado una idea. Besos.