Archivo | poema RSS feed for this section

a propósito de las partes

3 Sep

a prop...

Hundo el cuchillo en la tersa piel de una naranja

que se abre en dos mitades,

—¿qué parte quieres? —le pregunto,

—¿qué mas da? —sin mirar me responde.

 

Aún recuerdo cuando él me decía que era

mi media naranja, mi media mitad de mí.

Como si una naranja solo se pudiera partir en dos.

Como si todas las partes de una naranja fueran iguales.

Corteza. Pulpa. Semilla.

 

No sé qué parte fui yo de él,

pero está claro que él fue de mí, su peor parte.

adorno

 

 

 

siete meses

20 Feb

                                                             a mi hija

Mirarte, y a través de tus ojos verla a ella,

mirarte y ver, la mañana en tu sonrisa.

Mirarte, y sentir que sobran las palabras.

Mirarte y tan solo mirarte —Olivia—,

y con solo mirarte la luna y las estrellas.

a mitad de camino

9 Jun

                                    Variaciones                                                                                            a mitad de camino

cardo

I

Quisiera dibujarte con palabras

con pincel no me atrevo, no hay lienzo que

quisiera dibujarte con palabras

se me emborrona la suerte, se me aparece el miedo.

*

la foto

II

Quisiera dibujarte con palabras

con pincel no me atrevo,

no hay lienzo que.

Quisiera dibujarte con palabras

mas,se me emborronan las letras

se me aparece el miedo.

diario tesis – febrero 6

6 Feb

oficio de suicidas

The-Key,-c.1946-large

Encuentro entre los muchos libros que me ha facilitado mi amigo Abelardo Linares, uno de José Luis G. Martín: Treinta años de poesía española, donde apunta un comentario de José Mateos que me llama la atención: “ Hace tiempo que la sinceridad goza de muy mala reputación como valor estético”.  Y a mí, que hoy salgo de trabajar con mordiscos en la lengua para no decir cuatro verdades porque me han dicho que  “no sería correcto”, me derrota pensar que la sinceridad hoy en día y siempre, ha gozado de muy mala reputación como valor estético o cualquier otro valor, por mucho que hipócritamente se diga lo contrario. Pero bueno, después he seguido leyendo y me he animado con sus palabras. Sí, para este oficio lo importante es sentir, claro que… lo raro, por lo arriesgado, es hacerlo. 

“un poema debe transmitir antes que nada sinceridad ……el juego entre el corazón y la inteligencia quede siempre en  tablas. El primero nos da sus alas y la segunda sus pies de plomo” 

José Mateos 

 en voz baja

                 En voz baja escribo para que no se asuste.

                Se muestra ante mí desdibujado y tímido,

               como si de un lánguido sueño despertase.

                       Me excita contemplarlo –él lo sabe– y tirano,

 a duras penas me deja que lo haga.

                       Me incita a desear lo  imposible y me arrastra

                          hasta hundirme en su fango. Lloro, y él se mofa

                  de mí, – bebería de sus labios y a un tiempo

       le arrancaría los ojos– pues el cabrón,

juega insolente a desaparecer  y yo,

                      de un extremo a otro de mí misma  me someto

        a perseguirlo: torturo palabras mientras

me como las uñas de los pies y  al final,

cedida,bajo mis miedos corro a esconderme.

Se detiene entonces y me sonríe,

               por un instante me eleva  haciéndome creer

             que rozo lo imposible  y por temor a que se

           ausente nuevamente, le prometo cumplir

sus condiciones:

                                            –atarme los pies con cinta

             de plomo y  al cuello una cuerda de alas–.

                Y así hago. Sobre la mesa, como en un potro

                medieval, me estiro de tal modo para verle,

                 que mi pensamiento se luxa hasta encontrar

                    el equilibrio entre estas dos fuerzas, besando

                  el oscuro juego al que consciente me someto.

                Y en tablas, mente y corazón, alas de plomo,

una lágrima de sangre me brota viva entre los dedos.

                     Y es en ese instante que pinto mi poema.

 

 

 

            

diario tesis – febrero 2

2 Feb

pitonisa-delfosSolo sé que no sé nada. Mientras más leo y estudio a toda la pandilla esta de Citas, mas ignorante me siento. En un principio creía saber algo, pero  ahora que compruebo que no sabía nada, tampoco resuelvo saberlo ahora. Pues no es que ahora no sepa nada, ahora solo sé que no tengo certeza alguna de saber lo que sé y de que además sea cierto, por lo que el conocimiento que tengo ahora, en vez de darme alas, me las corta. ¡Qué bendita osadía la de la ignorancia! Con ella si que se vuela (más tortas te pegas, pero bueno).Porque ahora, que positivamente sé que no sé nada, mi única virtud, si es que este es el concepto que se supone que es, que tampoco lo sé ni me importa, es exactamente eso, saber que no sé nada.

Resumiendo: antes que no tenía ni puta idea de poesía escribía sin freno ni cortapisa, ahora que sé, –que sé que no sé nada–, ¿qué coño hago yo para seguir escribiendo?

Ni siquiera  sé si terminaré alguna vez la tesis, en cada hoja que leo me detengo días enteros investigando por el placer mismo de saber más, por la curiosidad de conocer y descuartizar a cada escritor que cae en mis manos. Me pregunto cómo, después de leer a estos hijos de puta, sacaré suficiente desvergüenza para seguir escribiendo. Pues salvo la que saco por la que más bien es  pura necesidad de escribir , no sé como puedo…

pitonisas

Mientras leo me pregunto

qué puñetas estoy haciendo.

–Solo sé que no sé nada–

discurro entre lo que dice

García Martín de Mateo

y lo que dice Linares

que dice ese tal Bonilla.

Y haciéndome a los hechos y

comiendo consecuencias

cual pitonisa de Delfos

(no se lea poetisa)

nuevamente me repito:

–solo sé que no sé nada–.

Nada es, la única certeza

y lo único que he sacado

en claro entre tanto estudio

poético.

 Y en mi propia apología,

en defensa a mi ignorancia

    –va la alabanza por ellos–,

diré que la única verdad

   pájaro de azules alas,

la que hace al poeta, poeta,

es que se ha de haber vivido

cada  verso que se escriba.

diario tesis – enero 17

17 Ene

Ando. En esos días que necesito estirar las ideas porque parece que se me quedan anquilosadas, ando. Ando porque además, si todo lo que me pasa por la cabeza tuviera que digerirlo en la bañera, seguro que acabaría como una sirena, es decir, con el cerebro de un pez. Que tampoco está tan mal cuando se trata de no tener memoria.

cuándo, el olvido

                                                         ando  

 Pasaste por delante de mi coche

apenas fuiste un trueno

(ni superman iría tan rápido),

cómo pasan los años.

Pasaste por delante  de mi calle,

cogido de tu mano un niño

(balón y los zapatos sin cordones)

inconfundible tuyo.

Pasó el tiempo  y apenas fui consciente,

los años pasaron al galope de

caballos pura sangre. Tan rápidos

pasaron los  días y los meses  y

los años, que sigo preguntándome

por qué  tan lento entonces el olvido

y a dónde he de mirar, para no recordarte.

nubes en el suelo

1 Ene

nubes en el suelo

nubes en el suelo

Estoy rompiendo círculos concéntricos a un punto que eres tú

piedra sobre un suelo de nubes, ondas de mar,

barreras de tiempo y miedo. Busco

regalarte primavera en un jardín plagado de raíces.

Si el querer fuera pétalo, corola mi cuerpo.

Si encontrarte fuera cierto.

 

 

cuándo – diciembre 23

23 Dic

Eran casi las nueve, salía de la biblioteca de la facultad cuando me lo encontré de frente. Me vio, bajó la cabeza e hizo como que consultaba la hora en su muñeca (igual la consultó) y volvió a mirarme. Yo me había quedado parada aunque pensé que seguía andando, tardé unos segundos en darme cuenta que era solo mi pensamiento el que había salido corriendo, mis pies se habían quedado pegados al suelo. Me propuso tomar una copa y a pesar de decirle que se me hacía tarde, insistió preguntándome sin esperar respuesta, ¿tarde para qué?

Frente a dos coca-colas zero que un camarero nos sirvió como haciéndonos un favor, me agarró por la cintura y me besó en el cuello, diciéndome: –hueles como siempre (qué esperaría?) y entonces lo llamaron por teléfono. –Anda, cógelo, le dije  secándome los labios con una servilleta que dejé al lado de su copa, –nos vemos otro día. Entonces él, silenciando el móvil me preguntó: ¿cuándo?

CUÁNDO

la foto

Cuando  ocupar un puesto no demande título ni anillo

cuando tu olor sea el aire que inflame mis pulmones

cuando tus labios calienten mi sangre a media tarde

y tu mano se haga más fuerte con la mía.

Cuando no temamos hablar tras las horas gastadas

cuando las lágrimas broten de contener la risa

cuando camines descalzo sin piel de cocodrilo

y a la ilusión el tiempo no surque de arrugas.

Y cuando ¿acaso aún no lo sabes? Cuando te necesite,

sin necesitarte.

diario tesis – diciembre 7

7 Dic

Ha venido un chico encantador a casa. Bueno ha venido, le he pedido yo que lo hiciera. Se me había fundido la bombilla de la lámpara que tengo encima de la mesa de la cocina, la que utilizo para estudiar. Es una lámpara de esas de barco antigua, con un grueso cristal con trama de alambre, pesado y complicado de quitar. Ha venido, es el chico que tiene una tienda de luz en la esquina de la manzana y al contarle mi problema, me dijo que se acercaría en cuanto cerrase la tienda. Ha venido pues, ha quitado el cristal y cambiado la bombilla. Por un instante nos hemos quedado los dos en silencio. Sobre la parte interior del cristal reposaba una libélula muerta. ¿Pobre insensata, cómo habría llegado hasta ahí? No alcanzábamos a imaginar cómo habría entrado, pero nos hemos fijado en unos agujeros que la lámpara tiene en la parte superior, que deben ser, según dijo él, para expulsar el calor de la bombilla. Es verdad, siempre hay una explicación para todo, -le dije. “O una salida, o una entrada…” Parecía que la libélula  estaba viva, con las alas intactas y sus enormes ojos abiertos. Salvo porque se notaba que estaba toda seca, podría creerse que echaría a volar en cualquier momento. Me ha dado pena tirarla. Cuando el chico ha terminado, mientras miraba detenidamente a la libélula a la que había dejado sobre mis papeles, se ha fijado en  las revistas antiguas que ocupan parte de la mesa, y  me ha preguntado con curiosidad en qué trabajaba. Le he dicho que trabajar para comer lo hacía en la enseñanza, y trabajar para vivir lo hacía entre estos libros y revistas. Con un gesto deliciosamente triste me ha dicho: –bueno, algo así hago yo, estudié  antropología, pero para alimentarme estoy en el negocio familiar, aunque tal vez así consiga darle claridad a mi pensamiento. Nos hemos reído y le he ofrecido un té.

Ahora que se ha marchado me he dado una ducha y con los pies aún resbalosos he salido corriendo a ver la libélula, esperaba que esta hubiera echado a  volar. Pero allí estaba, inmóvil, al calor de un puñado de  antiguos poemas.

libélula

     Yo te quería

He puesto en práctica tu teoría, esa,

que me rogabas entendiera en cada discusión,

seguro que habrás dicho:

                                           – ¿ahora, hija de puta?-

Sí. He puesto en práctica tu teoría

ahora, que nada queda entre nosotros,

quizás algo de música, unos libros…

Me decías,  que una mujer como yo

debía repartir su peso (y eso que apenas

son cincuenta), entre varios.

Uno, que rozara los hilos de mi mente,

otro, que alegrara mis almuerzos y

un tercero, imagino que eras tú,

que aplacara mis instintos, (nunca supe

si asesinos o sexuales o  para mí,

que pensabas que todos eran el mismo).

Así que, aunque la idea, la cepa

de tu razonamiento siempre se me antojó

algo oscura, como si esta fuera el kéfir

de un yogurt que no cuajara nunca, ya ves,

ahora sin ti ha funcionado.

¿Y sabes por qué ? ¿no lo imaginas?

Simplemente porque entonces tu teoría,

            – no, no voy a decirte lo que piensas-

es simplemente que  entonces tu teoría,

                                                                  –idiota-,

no era la mía.

                     

 

 

diario tesis – noviembre 24

24 Nov

Ayer, trabajando en casa con unos compañeros, uno de ellos  se paró a mirar un pequeño cuadro que tengo colocado entre los libros. Este cuadro me lo regaló un antiguo novio con el que sigo teniendo una bonita amistad ( mejor que antes, ya sabéis…) El caso es que  en el cuadro, sobre una redonda y naranja luna se lee “Dile a la luna que venga” . Desde el primer momento me enamoré de este cuadro-poema,  es magnífico. Cuando vi que uno de mis compañeros opinaba  lo mismo que yo sobre él, ( sensibilidad y calidad al mismo tiempo), pensé en lo absurdo de las modas y tendencias de muchos poetas y  críticos actuales. En esa  pretensión de que  hoy en día no se pueda,» lleve» el escribir abiertamente sobre sentimientos que podríamos llamar “bonitos”,  salvo en el caso que vayan camuflados, con esa intención de ocultar  no ya lo que sentimos, sino hasta lo que queremos decir. Como siempre, como todo. Esa noche, en mi bañera, después de recibir un whatsapp que no contesté porque no había nada que contestar  me dije: ¿Y por qué coño no puedo hablar  yo  de la luna?

poema:    luna 9 

ya sé                        

Ya sé, ya sé que hablar de soles, lunas y estrellas no se lleva

que enamorarse parece ser ridículo y obtuso

que esperar nerviosa una llamada, comprar bragas de mercadillo

y leer unos poemas, son cosas que solo haría una loca.

Pero yo, yo quiero que me duelan los ovarios de ganas de tus labios

yo quiero besar esa cara de bobo con mi estúpida sonrisa

yo quiero beber esa lágrima que te asoma cuando te entra la rabia

pisarte los zapatos y que te metas conmigo por lo mal que bailamos.

Yo quiero pasear por la orilla de un lago, ver el agua estancada

y oler a rosas aunque todo esté podrido. Yo quiero lamer el azúcar

y la  sal y la leche de un cuerpo que duerma junto al mío.

Yo quiero contarle a alguien que anoche, anoche, la luna estaba llena.