desmontando el montaje
La idea, la sublime idea de la que voy a contaros hoy, me la dio mi amigo A. Con él, las conversaciones nunca son aburridas y si se trata de libros, eso ya. Bueno, pues resulta que me dice A el otro día en relación al aforiche 3: —la verdad es que a cierta edad esto que cuentas deja ya de suceder. Y pensando yo en su respuesta, se me ocurrió la mejor de las ocurrencias, vamos, que el de los agujeros negros (tema del que hablamos también), se queda en pañales al lado de este. Ya veréis.
Según A (yo no lo tengo tan claro), a partir de cierta edad resulta que a los tíos se les pasa esto de la egoitis: inflamación tal del ego que les hace penar solo con la polla. Pero si fuera verdad que esta enfermedad se les pasa a los hombres a partir de cierta edad, ¿qué edad era esa? me pregunté, ¿la de la pitopausia? —Pues vaya, —me dije—, si encima de lo mal que envejecen los tíos (no todos), estos dejan de cuidarse por falta de…, lo llevamos claro porque….¿qué pasa con nosotras en ese mismo período? Pues… ¿sobre esa edad? Pues sobre esa edad a nosotras nos pasa algo muy muy bueno, —la menopausia—. ¡¿la menopausia?! Diréis más de uno/a, pues sí, joder, esperad, me explico:
Resulta (aviso que esto está estudiado por antropólogas de renombre y por muchas otras grandes mujeres y hombres de diferentes especialidades), que cuando a la mujer le llega este cambio hormonal que es de cojones, resulta que la mujer casi —siempre hay excepciones, como en los hombres— por primera vez consigue separar y diferenciar claramente las relaciones sexuales del “amor romántico”. Ese —tipo de amor o lo que sea—, que nos ha hecho pasarnos la vida enamorándonos cada vez que echábamos un polvo. (Al menos esto sucedía en anteriores generaciones, y por los actuales datos consultados, mucho me temo que seguimos igual o peor). Así que resulta que los hombres, —los machotes—, y toda la sociedad, nos venden la menopausia como el momento más triste, duro, difícil de la mujer, diciéndonos —como si esto fuera lo primero en nuestra escala de valores—, que ¡¡¡dejamos de ser atractivas!!! Hay que joderse, porque además, ¡¡¡¿¿¿quién cojones se cree esto hoy en día ???!!! Pensemos por ejemplo en un montón de actrices y cantantes que alcanzan su plenitud artística y física en esta edad. Y sin irme muy lejos, yo tengo un montón de amigas que nunca las he encontrado mejor en ambos aspectos que ahora. Pero desgraciadamente, y a pesar de todos los datos que evidencian todo lo contrario, esta pérdida de atractivo y de «valor» lo creen muchas personas y lo peor, lo creemos muchas de nosotras. La mayoría de las mujeres estamos tan condicionadas por esta sociedad machista (además de clasista, del culto a la imagen –externa- y de muchas otras cosas) que todas, o casi todas, caemos en la absurda pero nociva trampa de creérnosla. Cuando resulta, coño, resulta, que la mujer a partir de los cuarenta y tantos está en su plenitud intelectual, física, y sobre todo sexual. Y resulta, coño, sí, —coño otra vez—, que ya no tiene que enamorarse de nadie para echar un buen polvo. Ya no piensa en engendrar más hijos, ni en que tendrá que hacerse la tonta en más de una ocasión para conseguir objetivos profesionales, ni tendrá que fingir los orgasmos porque los sentirá. Porque sabe que no tendrá que demostrarle nada a nadie, ni tan siquiera a su madre, esa madre que dolorosamente le inculcó tantos preceptos y creencias machistas. Porque el problema, el verdadero problema es, que cuando el hombre empieza a declinar sexualmente, la mujer es más potente que nunca, y astutamente (yo diría que torpemente por los problemas acarreados incluso para ellos) el hombre, inseguro, ha urdido un montón de estrategias para hacernos responsables de su incompetencia —atención que no he dicho impotencia, aunque también—, como eso de nuestra pérdida de atractivo, nuestra voluble emocionalidad y mil cosas más que, si realmente nos suceden, son consecuencias mínimas y puntuales en comparación a las posibilidades que esta etapa no ofrece. De modo que, ¿hay que tomar la menopausia como algo negativo? Lo que hay es que vivir todos los días, leer buenos antioxidantes, follar más y hacer el amor cuando se pueda. Y sobre todo, reír mucho, pero que mucho más.


Mi querida Chelín, estoy (de nuevo) completamente de acuerdo contigo. Añado, además, que, al margen de las etapas que nos toquen vivir, lo que ha prevalecido y se sostiene en todas ellas ha sido y es el espíritu vital incesante que nos hace (a nosotras- me atrevo a particularizar) emprender cada período con el encanto singular que lo caracteriza. Así, evolucionamos con buenas dosis de aprendizaje y experiencia, humor y sentido crítico. A mis 45 no me cambiaría por mis lozanos 30 en nada… ni siquiera en la lozanía física. Comprendo que esto puede llegar a sorprender, pero, honestamente, no tengo la menor intención de focalizar mi existencia en el fugaz embrujo de la juventud. Y, como bien explicas porque SABES, la clave está en VIVIR rodeada de buenos antioxidantes, especialmente, emocionales. Un beso fuerte.
Exacto,buenos antioxidantes.Acabo de terminar uno que creo tú tienes entre manos, jeje… beso grande. Gracias por uf!