diario tesis – marzo 13

17 Mar

Breve historia universal

playa 1

                 Era el primer día y sentados en la playa como todos los veranos a la hora de la puesta de sol, alguien preguntó por él. —No sé. Este año creo que no viene, —había contestado su primo. Blanca, que  se entretenía tapándose uno a uno los dedos de los pies con la arena, sintió como si de repente alguien se los hubiera cortado.

Apareció con moto nueva para resarcirse de su ausencia en la playa el verano pasado, y nada más llegar al lugar donde todos se reunían, preguntó por ella. La hermana de Blanca dijo: —Este año no viene, se ha ido de viaje con Paco. Tirso abrió la boca para contestar pero no pudo, el chicle se le cayó a la arena mientras oía que se decía a sí mismo: — ¿Con Paco?!!

Cenaban con unos amigos en uno de los restaurantes de moda de aquella temporada. Paco y ella habían ido a Arco, querían comprar algunos cuadros para la consulta. Mientras charlaban animadamente, Blanca, girando la cabeza para despejarse el pelo de la cara, lo vio allí sentado, justo dos mesas a su derecha. Una chica le rozaba la mano y él, sacándose un chicle de la boca, se inclinó para besarla.

Se celebraba la reunión anual de socios y esta vez tenía lugar en su club. Tirso estaba encantado pues una vez firmados acuerdos y presupuestos, los socios que quisieran podrían jugar un partido de golf en vez de pasar horas arreglando el mundo a base de copas. En la salida del hoyo nueve, mientras esperaban que los dos jugadores que iban delante se alejaran un poco más, distinguió esa forma de andar  tan peculiar de ella. Supo que era Blanca.

Salió del despacho de su abogado dando un portazo, —qué tío más gilipollas, si hubiera querido ese tipo de atenciones  me hubiera ido a un bar, maldita sea! .  —¿Blanca?, —escuchó detrás de su espalda—. ¡Tirso!

—Qué sorpresa Tirso, qué bueno verte, —le dijo dándole un beso.

—¿De dónde vienes? —Bueno, voy. Tengo algo de prisa. Yo…Dios mío, que no me pregunte…” —pensó Blanca.

—No pasa nada, no es el momento, ¿verdad? Lo entiendo. Dame tu teléfono, te llamo un día de estos a ver si alguna vez coincidimos en “el momento”, ¿te parece?    —dijo él.

Por fin había conseguido su mayor logro profesional, esta noche lo entrevistaban en televisión. Tirso sabía que se hallaba en su mejor momento, pero curiosamente, no entendía por qué no lo sentía así. Se acordó de ella nada más despertarse y le habían entrado tremendas ganas de llamarla. Siempre la tenía localizada. Desde aquel raro encuentro se habían visto regularmente, aunque poniendo grandes espacios de tiempo por medio, los dos sabían que no podían hacerlo de otra manera. Aquella vez, aquella última vez, todavía le golpeaba en el estómago.

Sonó el whatsapp, y en la pantalla de su móvil apareció una imagen de él rodeado de un montón de personas todas mucho más pequeñas. Todas muy diferentes a él. Blanca sabía que estaba en un congreso en Japón. Siempre lo tenía localizado. “¿Hasta allí te has ido para no verme?” Le escribió. “¡¡¡Y es cerca!!!” le contestó él. “A que va a ser verdad…” apuntó Blanca en la pantalla con una carita sonriente.  “Te llamo en cuanto vuelva”, leyó antes de soltar el móvil.

Sevilla olía a Sevilla. Los naranjos, cuajados de azahar, engendraban nueva vida a toda  la ciudad. Ese olor le recordaba siempre la Semana Santa, esa Semana Santa,  esa madruga.

—¿Blanca?

—¡Tirso!

—¿Pero de dónde sales?

—Estás guapísima.

—Estoy contenta, ¿Y tú?

—Estoy.

—Estás genial, todavía mejor que en la foto última que me mandaste. ¿Volviste nadando, no?

—¿Cómo?

—Bueno, como decías que me llamabas en cuanto volvieras…

—Qué hijaputa.

—Sí, eso.

—¿Cenamos esta noche?

—Tengo la presentación, te he mandado…

—Sí, ya sé. ¿Y después?

—Después se supone que tomaré algo con los amigos que vengan.

—Sí, ¿y después? Llámame si quieres y te invito a una última copa.

—Vale, te llamo.

Por fin lo había conseguido. Esta noche presentaba su libro, pero curiosamente estaba algo triste. No tenía ni idea de por qué, aunque el hecho de que Tirso no le hubiera dicho que iba a estar allí le había dejado el ánimo un tanto chungo.  —Pamplinas, —se dijo.

La presentación fue de lo más divertida. El soborno a sus amigos con la promesa de un buen vino había dado su resultado, la mayoría estaban allí. Escribiendo la última dedicatoria escuchó:

—Ha sido fantástico, demasiados amigos, ¿no?

—¿Tú? ¿Desde cuando estás aquí?

—Desde el principio, tonta. Anda, vamos a por esa copa.

En busca de los famosos  gin tonics del mercado da abastos, cruzaron el puente de Triana uno al lado del otro, charlando y diciendo tonterías del mismo modo  como lo hicieron la primera vez. El agua negra del río se les  hizo agua salada y el viento de levante les trajo el ruido de las olas al atardecer, de aquellos atardeceres que parecían ayer. Cuando se despidieron en el portal, ya todo el cielo era luna de azahar, Tirso la mantuvo agarrada casi sin pisar el suelo mientras la besaba, y al soltarla le dijo: —Piénsatelo y me llamas.  ¿Cómo salgo de aquí? —se preguntó intentando abrir el portal.

Eran casi las seis de la mañana,Blanca desayunó para tomarse un ibuprofeno, se sentía como si  arrastrada por una sucesión de curiosos acontecimientos hubiera llegado a la orilla  de una desconocida playa. Como una caracola escuchaba el mar dentro de ella y no tenía ganas de pensar. Puso el móvil en silencio y se metió en la cama. —¿Me habré tragado su chicle?  —Fue todo lo  que pasó por su cabeza antes de  quedarse dormida.

Sobre las nueve de la mañana la pantalla de su  móvil se iluminó, acababa de entrar un nuevo mensaje. Pero esa ya, como pasa en todas las historias, es ya otra historia.

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2 respuestas to “diario tesis – marzo 13”

  1. Avatar de Politics
    Politics abril 12, 2014 a 11:05 #

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