Archivo | febrero, 2014

un doce de febrero

12 Feb

doce d febrero

Un doce de febrero como hoy escribí este poema a mi hijo por su cumpleaños. Estaba estudiando en Australia, así que se lo envié por mail. Este año está viviendo en Madrid, igual que su hermana, y aunque la distancia es mucho más corta y los tres nos vemos con frecuencia, compruebo llena de orgullo y satisfacción pero con cierta nostalgia, que hace tiempo ya que funcionan con órbitas propias. Este es uno de los poemas que he escrito que más me gustan, probablemente por el cariño con que lo escribí y por lo que disfruté mientras lo hacía. Puede que para entenderlo mejor haga falta saber que M ha sido siempre un torbellino alegre y vital que nació en agosto y A, un comilón de papillas de bechamel cálido y risueño. Escribir este poema a mi hijo fue el mejor modo que encontré para decirle que pensaba en él, como hoy también lo hago.

      un doce de febrero

Era un febrero frío y húmedo

cuando alrededor de mis piernas

rotaba ya un sol de agosto que

con sus  rayos de risas

esparcía calor en pleno

invierno, y entonaba nubes

que aplacaban tormentas.

Y en ese febrero, al sol se le

sumó una luna de bechamel

y entre los dos crearon

un universo que rompió

el tiempo y el espacio

haciéndolos fragmentos

de sal, azúcar y agua.

Y de repente un día,

(ese para el que nunca se está preparado)

en traslación los astros,

un doce  de febrero,

en las antípodas del frío,

contemplé sonriendo

cómo  todo lo que amo

pudiendo estar tan lejos,

está tan cerca.

diario tesis – febrero 6

6 Feb

oficio de suicidas

The-Key,-c.1946-large

Encuentro entre los muchos libros que me ha facilitado mi amigo Abelardo Linares, uno de José Luis G. Martín: Treinta años de poesía española, donde apunta un comentario de José Mateos que me llama la atención: “ Hace tiempo que la sinceridad goza de muy mala reputación como valor estético”.  Y a mí, que hoy salgo de trabajar con mordiscos en la lengua para no decir cuatro verdades porque me han dicho que  “no sería correcto”, me derrota pensar que la sinceridad hoy en día y siempre, ha gozado de muy mala reputación como valor estético o cualquier otro valor, por mucho que hipócritamente se diga lo contrario. Pero bueno, después he seguido leyendo y me he animado con sus palabras. Sí, para este oficio lo importante es sentir, claro que… lo raro, por lo arriesgado, es hacerlo. 

“un poema debe transmitir antes que nada sinceridad ……el juego entre el corazón y la inteligencia quede siempre en  tablas. El primero nos da sus alas y la segunda sus pies de plomo” 

José Mateos 

 en voz baja

                 En voz baja escribo para que no se asuste.

                Se muestra ante mí desdibujado y tímido,

               como si de un lánguido sueño despertase.

                       Me excita contemplarlo –él lo sabe– y tirano,

 a duras penas me deja que lo haga.

                       Me incita a desear lo  imposible y me arrastra

                          hasta hundirme en su fango. Lloro, y él se mofa

                  de mí, – bebería de sus labios y a un tiempo

       le arrancaría los ojos– pues el cabrón,

juega insolente a desaparecer  y yo,

                      de un extremo a otro de mí misma  me someto

        a perseguirlo: torturo palabras mientras

me como las uñas de los pies y  al final,

cedida,bajo mis miedos corro a esconderme.

Se detiene entonces y me sonríe,

               por un instante me eleva  haciéndome creer

             que rozo lo imposible  y por temor a que se

           ausente nuevamente, le prometo cumplir

sus condiciones:

                                            –atarme los pies con cinta

             de plomo y  al cuello una cuerda de alas–.

                Y así hago. Sobre la mesa, como en un potro

                medieval, me estiro de tal modo para verle,

                 que mi pensamiento se luxa hasta encontrar

                    el equilibrio entre estas dos fuerzas, besando

                  el oscuro juego al que consciente me someto.

                Y en tablas, mente y corazón, alas de plomo,

una lágrima de sangre me brota viva entre los dedos.

                     Y es en ese instante que pinto mi poema.

 

 

 

            

diario tesis – febrero 2

2 Feb

pitonisa-delfosSolo sé que no sé nada. Mientras más leo y estudio a toda la pandilla esta de Citas, mas ignorante me siento. En un principio creía saber algo, pero  ahora que compruebo que no sabía nada, tampoco resuelvo saberlo ahora. Pues no es que ahora no sepa nada, ahora solo sé que no tengo certeza alguna de saber lo que sé y de que además sea cierto, por lo que el conocimiento que tengo ahora, en vez de darme alas, me las corta. ¡Qué bendita osadía la de la ignorancia! Con ella si que se vuela (más tortas te pegas, pero bueno).Porque ahora, que positivamente sé que no sé nada, mi única virtud, si es que este es el concepto que se supone que es, que tampoco lo sé ni me importa, es exactamente eso, saber que no sé nada.

Resumiendo: antes que no tenía ni puta idea de poesía escribía sin freno ni cortapisa, ahora que sé, –que sé que no sé nada–, ¿qué coño hago yo para seguir escribiendo?

Ni siquiera  sé si terminaré alguna vez la tesis, en cada hoja que leo me detengo días enteros investigando por el placer mismo de saber más, por la curiosidad de conocer y descuartizar a cada escritor que cae en mis manos. Me pregunto cómo, después de leer a estos hijos de puta, sacaré suficiente desvergüenza para seguir escribiendo. Pues salvo la que saco por la que más bien es  pura necesidad de escribir , no sé como puedo…

pitonisas

Mientras leo me pregunto

qué puñetas estoy haciendo.

–Solo sé que no sé nada–

discurro entre lo que dice

García Martín de Mateo

y lo que dice Linares

que dice ese tal Bonilla.

Y haciéndome a los hechos y

comiendo consecuencias

cual pitonisa de Delfos

(no se lea poetisa)

nuevamente me repito:

–solo sé que no sé nada–.

Nada es, la única certeza

y lo único que he sacado

en claro entre tanto estudio

poético.

 Y en mi propia apología,

en defensa a mi ignorancia

    –va la alabanza por ellos–,

diré que la única verdad

   pájaro de azules alas,

la que hace al poeta, poeta,

es que se ha de haber vivido

cada  verso que se escriba.