diario tesis – septiembre 17

17 Sep

diario tesis – septiembre 17

balance

Ayer noche, mientras me daba uno de esos baños que tanto me gustan, hacía un pequeño balance de cómo me había ido mi primera semana de la tesis, y ciertamente,  aunque la balanza en cuanto al progreso de la investigación se inclinaba hacia el lado de lo “desastroso”, la conclusión a la que llegué fue todo lo contrario. Para que se entienda por qué la conclusión fue tan distinta a la lógicamente esperada, trataré de contaros una historia que, por lo inverosímil de la misma, estoy segura pensareis de mí como el Quijote de Sancho: “ o esta miente o esta sueña”. Aunque os aseguro que fue algo tan  “casual” como la vida misma.

De lo que me aconteció por un cambio de billete

 

El viernes pasado, postergando el estudio previsto para ese fin de semana, saqué un billete de AVE  para Madrid y así  acompañar a una buena amiga en un momento difícil. Un momento, como se suele decir, de fuerza mayor, pues había muerto su padre. Posteriormente, dejando a mi amiga reconfortada y rodeada de mucha otra gente que la quiere, decidí adelantar mi billete por culpa de ese  maldito gusanillo  de la responsabilidad que me repetía sin parar, que todavía podría aprovechar un día del fin de semana. Cogí pues el Ave de vuelta  el sábado a última hora y…

“ Once A, once B, once C, once D…vale, a la izquierda, diez C, diez D, nueve C, nueve D…joder, qué pedazo de tío hay ahí al fondo! Ocho C, ocho D, siete C, siete D, siete A,  siete…¡hay no, que es este lado!  seis C, seis D…pues sí que es atractivo… cinco D, cinco D, cinco D, me está mirando, cuatro C, cuatro D,  ¿ cuál era mi asiento? Joder con el billete electrónico, ahora se me apaga el móvil, ah sí, dos D, ¡ay por dios! está sentado en el uno C, en fin, tres C, tres D, dos…¿ qué hace  este señor medio dormido en mi asiento? ¿ me habré confundido? Y el tío este mirándome, bueno, igual es maricón, cada vez que veo un tío bueno lo es… ¿ y ahora? bueno, lo despierto:»

 -Perdone, (vaya mala suerte, por un número!) creo que mi asiento es…

-Hola, ¿te pongo la maleta aquí?

-Sí gracias, pero es que creo que yo voy…

(el señor mayor levanta la cabeza):  -¿Sí?

-Creo que se ha confundido de asiento. –digo

-Pero es igual no se moleste, –dice el del uno C

-Como quieran,- dice el señor mayor, -¿es que van juntos?

-Pues…

-Pues sí, -contesta con mirada cómplice Uno C.

-Ah, pues siéntense ustedes ahí, claro, claro.

(Nos miramos nuevamente conteniendo la risa y Uno C coloca definitivamente mi maleta en su parte de arriba. Me deja pasar con un gesto cortés).

-Perdona mi atrevimiento pero es que la diferencia entre tenerte a ti como compañera de viaje a tener a este señor…

Vaya tablas que tiene el tío este” pienso y le contesto: -No pasa nada, yo pensaba igual,  –y nos pusimos a reír.

-Bueno, encantado, me llamo Ramón.

-Yo Lara.

-¿Eres de Sevilla?

-Sí, por qué?

-Es que no te he visto nunca. Me acordaría. No tienes pinta de sevillana.

-Ya. Yo a ti tampoco te he visto. “Te lo aseguro”-pienso. – Un viaje relámpago. He venido al entierro del padre de una amiga.

– Ah, lo siento. Yo de dejar a mi hija en el aeropuerto, se va a Boston un año. Es la pequeña, sonrió. Espero que aproveche el tiempo, aún no comprende lo rápido que pasa.

Precisamente por  el hecho de  no conocernos de nada y tal vez porque nuestras miradas se cruzaron en un mismo momento, comenzamos a hablar como amigos que se conocieran de toda la vida. Reímos y charlamos  con la vitalidad que te proporciona la certeza de que el tiempo se deslizaba sin avisar bajo la piel. Tan rápido como las  amenazantes manchas que mostraban las manos del señor del asiento dos D.Después de un buen rato, cuando a mitad de camino  el vagón parecía dormir por completo, bajando la cabeza le dije:

-Perdona, ya sé que no es muy educado pero no puedo más, llevo con los tacones estos desde las ocho de la mañana. –Y me quité los zapatos poniendo los pies sobre el asiento.

-Me parece genial, -sonrió. Tienes unos pies muy bonitos y eres muy flexible, ¿verdad?

-Bueno, hago deporte, me sienta bien.

-Se nota. Yo también lo hago, lo necesito, es algo como… -Y con los dedos de su mano me tocó suavemente los pies. Yo los aparté dando un respingo.

-Perdona, ¿te molesta que te toquen los pies?

-No, es que…bueno, es que es todo lo contrario. –Casi me ahogué al darme cuenta de lo que había dicho.

-Anda ven, déjame. –Y cogiéndome los pies se los colocó sobre sus piernas. -Te daré un masaje.

No pude ni abrir la boca, hice un inútil intento de apartarlos mientras sentía que  yo no era yo y al tiempo que lo era más que nunca. Bajo mis pies percibí el calor de unos  fuertes muslos y una corriente invadió todo mi cuerpo. Sus dedos se humedecían entre los míos y sentí crecer la tensión bajo el talón que apoyaba contra su abdomen, no era posible. Me sentí mareada. Temí perder el conocimiento. “Te has levantado muy temprano, tranquila, es eso” me dije, e incorporándome del asiento murmuré:

-No me encuentro bien, creo que estoy mareada, voy al cuarto de baño a echarme agua en la cara. Sin decir una palabra besó carnosamente uno por uno los dedos de mis pies y me puso los zapatos. Dándome la mano me dijo: -vamos, te acompaño.

                                                                                                                  …

Y bueno, el domingo ni me acordé de la tesis. Así que, pues eso.

4 respuestas to “diario tesis – septiembre 17”

  1. Avatar de E
    E septiembre 19, 2013 a 14:33 #

    Magnífico, septiembre 17. Y el final, ¡¡glorioso!! ¿Ves como esto es lo más interesante de tu tesis? Besossss

    • Avatar de chelinalcayde
      chelinalcayde septiembre 21, 2013 a 20:02 #

      Pues espera y verás. Tengo un montón de cosas en la cabeza por «remojar» jajaja…Besitos

  2. Avatar de R
    R septiembre 19, 2013 a 22:17 #

    Sorprendente relato. Tal vez debieran pasar cosas de esa naturaleza en la realidad. Se sonreiría más 😄😄

    • Avatar de chelinalcayde
      chelinalcayde septiembre 21, 2013 a 20:19 #

      Pues sí, totalmente de acuerdo. Se sonreiría más, sobre todo porque la realidad supera siempre a la ficción, como la vida a la literatura. (Si acaso esto es literatura que tampoco…) No sé poner caritas en el blog pero imagina muchas, vale?

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