lo normal

30 Jul

Asistía con una amiga a la proyección del documental que sobre Chaves Nogales, se había organizado para la presentación de su libro A sangre y fuego, en la Feria del Libro de sevilla.  Libro olvidado en el Chile de 1937 que un gato viajero con buen olfato literario recuperó trayéndolo de allí. Instantes antes de la proyección, una tromba de agua cayó sobre nosotros como si formara parte del decorado del evento. Como si gotas condensadas de silencio hubieran reventado por la presión de tanto olvido soportado. Estuvo bien, reconfortante. Y sin haberlo planeado A sangre y fuego hizo que dos amigas y un colega escritor nos encontrásemos, y que minutos más tarde nos tomásemos unas cervezas.

-¡Por la soltería!- Levantó este su vaso. Hacía pocos meses que se había divorciado. Se le veía bien. -Es su tercer divorcio.- Le dije con mirada maliciosa a mí amiga, pues sabía lo que contestaría:

-¿Tres? ¡Anda, como mi novio! –dijo encantada.

-Pues sí, el tercero, como tu novio –dijo él con una amplia sonrisa.

-Y veremos jeje,- continuó ella, – porque mi novio me ha pedido que me case con él. Se marcha a Dubái y no quiere irse solo.

-¡Eso sí que es una noticia! –le dije sorprendida.

-Pues por tu novio, -dijo nuestro amigo –¡por el amor! Y brindamos los tres. Yo, divorciada una vez y sin pretensión alguna de repetir tal experiencia, les pregunté mientras observaba cómo un redondo dulce de leche salía de entre las nubes -¿Pero, de verdad que vosotros veis normal divorciarse tres veces? Con mi pregunta y esa gordísima luna exhibiéndose, la conversación derivó en el tema que, explícita o implícitamente,  suele surgir a esas horas de la noche.-¿Eh? ¿De verdad que lo veis normal? –repetí.

-Depende. Pues lo normal -dijo mi amigo, -es lo que a cada uno le parezca normal. Por ejemplo, sé de un tipo que según me ha contado su novia, se excita vistiéndose de mujer cuando mantienen relaciones sexuales.

-Joder…-dijo mi amiga -pero eso no es muy normal, no?

-No sé si será normal, -dije yo, -pero a mí eso no me pondría nada, la verdad. Veamos, si se vistiera de…

-Pues os aseguro que a esta chica le parece algo normal. Y creo que le gusta. Al menos me lo contaba como algo divertido, o muy normal entre ellos.

-Bueno, -dijo mi amiga, -la verdad es que tratándose de sexo, lo normal es todo lo que sea consentido entre los dos. Si a ella le parecía bien…

-Pero si se tratase solo de consentimiento, podrían ser normales muchas cosas que creemos que no lo son,  -apunté yo.

– Es normal lo que cada uno considere que es normal -dijo él. –Lo normal es una carretera muy ancha, caben muchas posibilidades.

-Pues yo, y no precisamente en cuanto al sexo que me considero muy normalita,  siempre he pensado que estoy fuera de esa normalidad tan normal, –dije.

-Es que lo normal, para muchos de nosotros, es sentirse fuera de lo normal. –Contestó mi amigo dándome un achuchón cariñosamente. –Piensa en Chaves Nogales, ¿tú crees que alguna vez se sintió dentro de esa normalidad?

Cuando llegué a casa, no podía dormir imaginando a ese tío vestido de mujer haciéndole el amor a esa chica. Pensé en cuántas ideas preconcebidas teníamos sobre cosas que desconocíamos. Cosas que precisamente por desconocerlas las temíamos y por ello las catalogábamos  de raras, e incluso a veces, de escandalosas o perversas. Y sin embargo otras, por el mero hecho de conocerlas, las considerábamos normales. Se me vino a la cabeza lo que leí de Luis García Martín en una ocasión sobre la convivencia entre Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí: “…ni se soportaban ni podían vivir el uno sin el otro. Constituían, pues, un matrimonio de lo más normal”. Pero, ¿y qué entendía García Martín por normal?

Decidí darme un baño, se me habían quedado los pies helados. Y de pronto caí, caí en el  error en el que tan frecuentemente solemos caer. Creemos que la regularización de una conducta la hace buena, como si el hecho de considerarla  habitual,  fuera ya de por sí  algo bueno. Entendiendo igualmente su frecuencia, aval para considerar esa –normalidad habitual-  sinónimo de bueno. Algo que por afectar en cantidad y frecuencia, la norma social  lo hace bueno. Y cuyo resultado es  la estúpida creencia de suponernos  seguros. Además, sentirnos seguros puede (si no pensamos mucho,claro),  pero  ¿y  felices?

Salí de la bañera calentita, y mientras me secaba y probablemente por una de esas freudianas asociaciones, me pregunté por qué algunos hombres me habían hecho concebir la errónea idea de creer que el tamaño “normal” de un pene era de 20 centímetros. Me sonreí. Pensé de qué manera más tonta llevaba  media vida creyendo que me había acostado, para bien o para mal, solo con anormales.

2 respuestas to “lo normal”

  1. Avatar de L
    L agosto 2, 2013 a 3:51 #

    Muy interesante y sugerente eso de divorciarse por tercera vez. Pero brindar con alegría por una tercera ruptura y por una tercera soltería, que aunque puede estar dentro de lo «normal», suena a falsa felicidad. No soy de los que se fía de los derroches.

    • Avatar de chelinalcayde
      chelinalcayde agosto 3, 2013 a 10:41 #

      Entendí que mi amigo no brindaba por su tercera ruptura, sino por la apuesta de futuro, por la posibilidad del amor. Precisamente él no se sentía normal, pues lo normal es no tener los huevos de intentarlo por tercera vez. La falsa felicidad es ese «todo está bien» tan normal y frecuente, tan aburrido que parece que no se tienen ganas de vivir. Y en cuanto a derrochar, yo tampoco soy amiga de los derroches. No se trata de que sobren huevos, sino de ser generoso/a.

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