eso de ir al súper antes de comer

21 Jul

 

No hay nada peor que ir al súper justo antes de comer. Esa hora en la  que dices  “se me hace tarde y no tengo nada en la nevera” y  sales zumbando a comprar cualquier cosa, cualquier cosa que seguro  es lo peor que le puede sentar a tu estómago, cuando lleva ya un par de horas haciendo los ruidos más extraños  para que te enteres que se está gripando de tanta coca-cola. ¿Y qué pasa entonces? Pues resulta  que como te has olvidado  la lista de la compra, (como siempre), y como además  tienes más hambre que el perro de un ciego,  te dedicas a comprar todas las porquerías que van apareciendo ante tus ojos,  sin capacidad para discernir (a estas horas,  los aullidos del perro del ciego convertido ya en lobo, que está dentro de tu estómago, no te dejan escuchar los consejos de tu mente lógica, y adquieres esos  atractivos  productos  en los que se lee:  -calentar y listo – que cargaditos de colesterol y sabe dios qué más cosas, son los que finalmente piensas que  te saciarán ese apetito animal. Y para rematar  la faena, empleas algunos minutos más en buscar ese único y  maravilloso limpiador 3×1, que sirve para todo según     anuncian en la tele. Y con estas, te ves ante un interminable  pasillo repleto de únicos  milagrosos limpiadores  3×1 que sirven para todo. Por lo que coges el que más cerca está al alargar el brazo y sales pitando con la ilusa esperanza de encontrar una caja vacía. Y con la cara de “no me  puedo creer que esto esté tan lleno de gente”  abres el  paquete de patatas fritas light mientras esperas para pagar.

Ya en casita por fin, y  rebañando el helado de chocolate que también metiste en el carro sin darte cuenta, empiezas a leer los doscientos whatasapp que en la media hora de súper se han acumulado en tu móvil. Todos,  mensajes de tu chico para explicarte sin pérdida de tiempo con una llamada, que está muy liado. Y tras saciar tu hambre canina,  llega  la toma de conciencia: dos mil quinientas calorías ingeridas de algo indefinido  entre carne y  pescado, más  otras mil de  la media  terrina de helado que tienes en las manos, y te dices –perfecto, un día redondo-.(Redonda coomo te vas a poner como sigas haciendo esas inteligentes compras). Pero bueno, hoy es un día de esos en los que el estómago se te ha revuelto de tal manera que parece como si se te hubiera llenado de olas. Olas que  intentan salir por esa  boca que cierras para  convencerte de que no pasa nada. Y con la barriga bien llena y los pies bien fríos, te vas al baño a cambiarte para irte a la cama, pero por eso de no tener muy claro si  lo que quieres es morir  de un corte de digestión como castigo por tu sobrealimentación calórica, o por lo de limpiar de grasa tus pensamientos, te metes en la bañera rebosante de espuma. Y te preguntas cómo has  podido hacer eso.

Cómo pudiste elegir tan mal. Y  piensas en él, en el de los whats. Piensas en  que la primera vez que os acostasteis, lo rebañaste como al helado  ese que te acababas de terminar. Ese día que muerta de hambre, saliste  zumbando al supermercado  para comprar cualquier cosa. Pensabas que se  te  hacía tarde y que  no tenías  en casa nada  para comer, sin acordarte del cerezo que tenías en el jardín.

 

 

2 respuestas to “eso de ir al súper antes de comer”

  1. Avatar de E
    E julio 22, 2013 a 18:40 #

    Qué recuerdos los del cerezo en flor!!! Es curioso como se complace la fatalidad en elegir compañeros mediocres, indignos. Y esos helados, mejor degustados que no derretidos… no crees?

    • Avatar de chelinalcayde
      chelinalcayde julio 22, 2013 a 22:30 #

      Los helados al punto y siempre de buena calidad. Los mediocres se derriten rápidamente, sí.

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