El otro día celebramos el santo de mi abuela Luisa, es costumbre familiar reunirnos toda la familia para almorzar en su casa. Y cuando digo toda, es toda: abuelos, padres, hermanos, cuñados, hijos, nietos, sobrinos, primos, primos segundos, … (y aquí pongo puntos suspensivos porque todavía no me he enterado cómo se les llama por ejemplo, a los hijos de la nueva mujer de tu hermano: ¿“sobrinajos”? me suena al cuento de Cenicienta, igual todavía no se ha asignado un nombre para esta categoría familiar, lo consultaré). Bueno, pues eso, a mi abuela celebrar su santo le hace sentirse tremendamente feliz y se dedica a esperar tal acontecimiento con más expectativas que si fuera el día de Nochebuena. Y con esto no quiero decir que mi abuela no sea una persona religiosa, todo lo contrario, es devota de Fray Luis de León, al que tiene colgado en la entrada de su casa, el cuadro, claro, desde que le tocó en herencia de no sé qué tatarabuelo, que fue amigo de un tal jesuita al que le imprimió un libro por lo visto harto importante de este santo y como agradecimiento, se lo regaló. En aquel entonces la familia de mi abuela tenía una imprenta de renombre, pero poco a poco mis antepasados se fueron comiendo los escasos beneficios que daba y cuando se acabó el apoyo de los curas, ésta desapareció. Y mira por donde ahora a mi me ha dado por escribir sin tinta ni papel. Seguir leyendo
¿y por qué mientras me ducho?
2 MarTendría que llevar otro título, sí. Este blog tendría que haberse llamado «reflexiones en la bañera» pues es en la bañera dónde cubierta de agua hasta el cuello (no he dicho con el agua al cuello que a veces también), van surgiendo las ideas y reflexiones que me sirven para entender esta vida y donde mis pensamientos divagan libremente incluso de mi.
Cada vez que tengo ocasión de darme un buen baño me sumerjo en el líquido amniótico de un útero no materno, un útero que probablemente sea el mío propio, donde mi instinto sigue virgen, sin miedo, intacto a las marcas que el día a día me va dejando. Pero me encontré con el inconveniente de la inexistencia de la «ñ» fuera de nuestro idioma y con un gran sentimiento de impotencia al no encontrar el modo de emplearla, como a la mayoría de nosotros nos sucede cuando buscamos palabras para exteriorizar y expresar lo que sentimos y no las encontramos, por lo que me vi forzada a buscar este otro título, «mientras me ducho», que si bien estoy satisfecha con él, soy consciente de que más de una persona se pondrá a leer la primera entrada esperando encontrar lo que seguro encontrará, pero que advierto, no será lo único, ni lo más interesante.
Es en la bañera entonces, cuando guiada por las emociones que me provocan situaciones cotidianas y descargada de la obligatoriedad de reinterpretar lo que pienso para hacerme entendible, donde se me ocurren estos comentarios, pequeños relatos, poemas o como quiera que se puedan llamar, que eso da igual, que iré publicando en este blog y que pensados y expresados en un lenguaje poético (no forzosamente poesía), necesitaré tu complicidad para que nos bañemos juntos.
Desde ella, dejo paso entonces a mi primera entrada de mientras me ducho, y a las sucesivas que irán explicando por ellas mismas de qué trata este blog, que para ser sincera, ni yo misma lo sé.