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la parte que sea

19 Jul

la foto

Como decíamos ayer… es lo que se me ocurre escribir para no dar explicaciones de esa mi segunda parte de este mi blog que yo suponía iba a ser…interesante, dejémoslo ahí. Lo siento, ni cabeza ni tiempo. Pero eso sí, han sido meses en los que he trabajado tela, han pasado muchas cosas, unas buenas, otras no tan buenas de las que ya no me acuerdo, y otras buenísimas.

Pues eso, como decía, bienvenidos a esta —la parte que sea— de mientras me ducho. Que por cierto tengo un poema sobre partes de, que…

madre – mayo 4

5 May

Es domingo. Escribo desde muy temprano. Adopté esta costumbre cuando le daba el pecho a mi hija, mejor dicho, desde que dejé de dárselo. Era a la única hora que me permitía robarle tiempo al tiempo y no sentirme culpable por quitárselo a mis responsabilidades como madre. También porque por las noches, a esas horas en las que dicen, las musas te susurran al oído, a mi me pillaban siempre tan agotada que ni gritándome. Serían cerca de las nueve cuando con el segundo café en la mano y preguntándome —con respuestas de sobra como para escribir un ensayo— por qué coño el día de la madre siempre caía en domingo, escuché el whatsapp de mi móvil: —¡felicidades mamá! —leí. Era mi hija— y sonó nuevamente el whatsaap, ahora me enviaba una foto y me decía: —Deberías hacer un post sobre madres.

niño con pinza

Sonreí al mirar la foto. La llamé y charlamos un rato. Cuando colgué me quedé pensando en el gustazo que me había proporcionado hablar con ella. Transmite tanto empuje y vitalidad que a veces te sientes arrollada, como si no pudieras procesar toda esa energía. Como la que recordaba tener yo cuando la criaba a ella y a su hermano. Va a ser madre dentro de poco y creo que este año su felicitación por el día de la madre (nunca hemos sido nosotros muy propios para estas cosas), era más cercana que nunca. Pensé en ello, en la maravillosa experiencia de ser madre, en el arrojo y la valentía que se ha de tener para serlo, y en ese algo más que se ha de tener para ser lo que se supone debe ser una “buena madre”. Ese algo que nuestra sociedad se ha empeñado en hacernos creer que poseemos de manera innata. Ese ser «buena madre» al estilo que una norma social nos impone, una norma que presupone entender  ese “algo” como parte del instinto materno, “algo” que nos hacen creer  que viene dado en el código genético. Un gen —opino yo—, que debe ser de lo más peculiar, porque cuando lo activas, ( y no siempre se activa,— a Dios gracias—), hace que la mujer desaparezca como tal, y se convierta para todos los efectos únicamente en madre, pasando a un segundo plano ( si hay suerte, y no es a un tercer o cuarto o …) su identidad como persona. Un gen que podríamos pensar que es como un cajón de sastre por todo lo que supuestamente implica poseerlo. Pero voy a intentar explicarme mejor con tan solo una frase puesta en boca de Bart Simpson. Una gloriosa frase que escuché en un capítulo de los Simpson. Una frase con la que se podría resumir todo lo que intento decir. En dicho capítulo (no recuerdo cuál),le preguntan a Bart cómo se llaman sus padres y él contesta:

—Mi padre se llama Homer y mi madre mamá.

Su madre se llama —mamá— ¿Qué os parece? Para mí es impresionante ( enhorabuena al guionista o guionistas, me encantaría saber si fue un hombre o mujer quién escribió esto. En cualquier caso, alumbra un poco de esperanza, verdad?) Esta frase resume toda la filosofía social de nuestros días, con una sola frase de unos dibujos animados se nos muestra un modo de vida y costumbres. El tipo de cultura en la que estamos inmersos y que no somos capaces de analizar. ¿Es condición del instinto materno que la mujer pierda su identidad para que se la considere » buena madre»? ¿O es una condición socialmente impuesta que en la mayoría de los casos nos obliga además a ser «súperwomen»? Hay que ver cómo nos han vendido la moto, para mí que estaban mucho mejor nuestras abuelas, al menos algunas… El hecho de que una mujer decida en un momento dado de su vida ser madre, no implica que esta decisión sea hecha de un modo intuitivo, o que sea una decisión que venga en el código genético, digo yo. Ser madre es una decisión que implica grandes dosis de madurez, valentía y responsabilidad. Y sobretodo de ese “algo” al que me he referido antes, que no es otra cosa que generosidad. Altas dosis de generosidad que pueden o no, poseer tanto la madre como el padre. Porque digo yo, ¿es genética la generosidad? ¿depende del sexo el instinto de cuidar? Porque si existe un gen que haga que  la mujer pierda su identidad y obligue que viva solo en función del resto de su familia, es para morirse de miedo. Pero si esto sucede por culpa de una sociedad cargada de falsas creencias, entonces es para entrar en el estado de pánico. Estado en el que actualmente muchas mujeres (y muchas de forma inconsciente), han entrado. Y esto señores, es la mayor y mejor trampa inventada por el hombre. ¿ Y por qué? tengo muchas respuestas pero paso.

Recuerdo unos versos de Nogyan Bao Chen , poeta vietnamita, que describe como nadie el hondo sentimiento de saberse “nada” al ser mujer y madre. Versa sobre una madre que siente que ya nadie la necesita y ahora no encuentra su identidad:   Soy una exiliada de mí misma,/a dónde iré, si nunca he sido. Esta mujer, como tantas otras, deberá luchar contra esa pérdida de identidad y de culpa que genera esta sociedad machista o se sentirá secarse como el cauce de un río desierto y tan fría como una estepa nevada en pleno invierno.

Pero bueno, para no terminar de una forma tan seria, y como homenaje a las madres y a la valentía de las que están a punto de serlo, esta foto.ecoEsta foto que es el resultado de dos personas que han decidido tener un hijo y que en las dos, os aseguro, está ese mismo “gen” de la generosidad, y el de la ilusión compartida.

Y bueno, aunque se suponga que una —buena madre— no puede decir tacos: ¿ por qué coño en domingo?

 

diario tesis – marzo 21

21 Mar

interpretando

too pretty

He soñado. He soñado que me perseguía un dragón horrible, como el dragón blanco de la historia interminable, pero en feo y en malo. Yo corría a  toda velocidad (la piel de la cara, el pelo y la ropa se me iban hacia atrás) tratando de llegar a un sitio que en verdad luego no existía, pues al final me encontraba corriendo con el vértigo en la barriga sobre la nada, algo así a como le sucedía al Correcaminos de aquellos dibujos animados. Corría a tal velocidad, que menos mal que me desperté segundos antes de caer por el precipicio, al que sin querer inevitablemente me hubiera tirado. (Jeje, se me ocurre que aquí hay un juego de palabras buenísimo…) pero bueno, a lo que iba. Qué gustazo cuando desperté en mi uno cincuenta de cama. Así, remoloneando y cruzada en toda ella, me mantuve  mientras  ponía en pie lo soñado. Había algo en el sueño que no me cuadraba. La que hacía de “yo” era una niña, pero la sensación que tenía al recordarlo era que yo, la de ahora ( presumo que adulta), era la que aparecía huyendo de su pasado, simbolizado por ese largo dragón, del que trataba de alejarme mientras me perseguía. Creo que esa huida tenía como intención la de  hacer caso, (hay que ver que obediente hasta soñando), de eso que dicen que  hay que mirar hacia el  futuro y que no es bueno mirar el pasado. Pero si entendía  el sueño de esta manera había otra cosa que no me cuadraba: el precipicio. Me entraron escalofríos al pensar la hostia que  me hubiera dado con tanto mirar al futuro si no me llego a despertar. ( Y que conste que es una pena que terminara el sueño justo ahí,  porque contándoselo ayer a un amigo, este me dijo que la idea de precipicio está relacionada con el orgasmo, así que… )  Pero bueno, sigo.  ¿Qué más me quería decir entonces el final de este sueño? Yo creo, que lo que me vino a decir el sueño, es que ya estaba bien de huir hacia adelante o hacia atrás, que vivir no era eso. Ahora pienso que el dragón blanco que me perseguía en el sueño era la vida y que a mí me daba miedo descubrirla. Sí, la vida con todos sus buenos y malos  arreos. La Vida me decía en sueños (no «la vida es sueño» ni pollas como decía el de la Barca), que no se trataba de huir de ella ni hacia adelante ni hacia atrás, sino de cogerla por los cuernos. Y que si esta te daba una cornada durante la lidia, cosa normal, pues que no corriera. Que la herida se limpiaba sin hacer drama a lo almodobar, se desinfectaba y bien curada, se cargaba a la espalda. Y que cargándola sobre la espalda como cualquier hijo de vecino, aprendería a andar sin prisas, sin huir, vamos. Que de tanto correr te podías romper la crisma (o las cervicales…) para además no llegar a ninguna parte. Pues el futuro , —yo siempre me imagino el futuro como el burro y el palo con  la zanahoria—, (obviamente yo soy la burra y la zanahoria es el futuro), es siempre futuro, y no podemos alcanzar más que el presente. Así que, a qué correr, a qué mirar atrás.

O tal vez… este sueño simplemente  me venía a decir que tenía falta de algún tipo de vitamina A, que me  levantara de una puta vez de la cama y comiera  zanahorias. Que seguro así, hasta en los sueños, lo vería todo claro. Porque además,  si lo que me decía mi amigo fuera verdad y  la vitamina A de mi sueño no fuera exactamente retinol liposoluble y la daucus carota tampoco fuera la vulgarmente conocida zanahoria, todo este sueño significaría tan solo una cosa. 

Looney-Tunes35-2

Que me comiera la vida.

diario tesis – enero 17

17 Ene

Ando. En esos días que necesito estirar las ideas porque parece que se me quedan anquilosadas, ando. Ando porque además, si todo lo que me pasa por la cabeza tuviera que digerirlo en la bañera, seguro que acabaría como una sirena, es decir, con el cerebro de un pez. Que tampoco está tan mal cuando se trata de no tener memoria.

cuándo, el olvido

                                                         ando  

 Pasaste por delante de mi coche

apenas fuiste un trueno

(ni superman iría tan rápido),

cómo pasan los años.

Pasaste por delante  de mi calle,

cogido de tu mano un niño

(balón y los zapatos sin cordones)

inconfundible tuyo.

Pasó el tiempo  y apenas fui consciente,

los años pasaron al galope de

caballos pura sangre. Tan rápidos

pasaron los  días y los meses  y

los años, que sigo preguntándome

por qué  tan lento entonces el olvido

y a dónde he de mirar, para no recordarte.

diario tesis – enero 6

6 Ene

estoy jodida

la fotoMe despertó el tiro de una escopeta. Al menos  fue ese el sonido que me sacó de mi sueño y el que me dejó el corazón parado durante el silencio que le siguió. Me incorporé en la cama esperando escuchar las consecuencias del disparo, hasta que comprendí, que dicho ruido correspondía  a un petardo explotado con retraso en una larga y vieja noche, Noche Vieja. En vez de seguir durmiendo (¿lo vería hoy?), ya no podía, me coloqué las  zapatillas nuevas que tanta ilusión me habían hecho que me regalasen y salí a andar.

Amanecía un día nuevo sin apenas nadie que lo estuviera contemplando, pues aunque todavía quedaban abundantes víctimas de la noche, dudaba que esos bárbaros (bárbaros en dos de sus significados: por la heroicidad de aguantar en pie toda la noche y por ser probablemente de esas personas cuyas mentes estrechas entienden estar obligadas a divertirse cuando se les dice) pudieran estar dándose cuenta de que amanecía.  Y amanecía. Acontecía la aurora  de un modo tan melancólico que me caló hasta llegar a alguna parte de esas del cuerpo que no sabes muy bien dónde está, o cuál es. Esa, que unas veces crees que es el estómago, otras el pecho, y otras el punto exacto ese  del que se dice que no existe, punto G o alma, o como quiera que cada uno lo llame. Y recordé un haiku de Borges: “En el desierto /acontece la aurora./ Alguien lo sabe.” ¿Acontecía entonces la aurora a pesar de no ser contemplada por nadie salvo por mí? ¿dejaba de existir  o era acaso menos hermosa por no ser advertida por esos individuos? No sé, ya estaba yo con mis pajas mentales…seguí andando. Aligeré el paso pues sentí un no se qué,  como si la niebla que me rodeaba se fuese metiendo dentro de mi cuerpo hasta esa parte de mi interior que no podía reconocer y que después, gota a gota, se escapaba calándome todos los órganos imperceptiblemente. ¿Desde cuándo sentía esa humedad? ¿cuándo acabaría esta derrumbando mis paredes?

Mientras caminaba tratando de averiguar  dónde se encontraba esa dichosa parte de mí, comencé a repasar mi vida (dándole al “fast”  del mando a distancia, que no estaba yo con ganas de misticismos).Pensé en lo bien que había ido todo esta Navidad, en la alegre noticia, la mejor noticia que podíamos tener, (que de momento no puedo explicar pero que es algo  así como el que te toque el gordo de navidad pero en mejor),  y  en lo  satisfecha que estaba con mi vida. Realmente no me podía quejar, pues todo lo que me había propuesto me había salido bien.  Sí, bien, pero ojo, que por todo lo conseguido me había partido los cuernos sin escatimar esfuerzos. Incluso en esos casos en que todo se me había vuelto del revés, cuando tras  actuaciones cometidas que  uno no sabe ni por qué las has hecho, ni  cómo salir de ellas, pues hasta de esas. Porque invariablemente, mis objetivos, (eso creo que es lo que me ha acompañado siempre además de esa puta niebla), habían estado claros: querer a las personas que pertenecen a mi mundo afectivo y procurar que fueran felices. Así que, dentro de mis posibilidades y de aceptar lo injusta que es la vida, podía  considerarme una persona afortunada. Pero entonces, entonces, ¿a qué venía ahora esa jodida gota que me congelaba hasta los pies?  Seguí andando. Acontecía la aurora y solo yo la contemplaba. Pensé en la gente a la  que quiero, en cómo cada uno de ellos forman  parte de la polifonía de experiencias que componen mi vida. Me pregunté cómo anidando todos ellos en mí sin embargo me sentía tan nostálgica

Llegué a casa y me di un baño de esos que tanto me reconfortan y la humedad del baño desempañó la de mi interior. Vislumbré que hoy la aurora, como la luz de un  faro, me mostraba el camino andado y el que me queda por andar. Teniendo la agridulce sensación que ya ninguno de los míos me necesita como antes, encontré esa parte de mi cuerpo que no localizaba: yo. Me pregunté entonces si yo existía fuera de ellos, si soy alguien  sin ellos, si desapareceré si ellos desaparecen de mi vida.

Por primera vez y  sin miedo me pregunto hoy si es tarde para averiguarlo,  si merece la pena cuidar a esa gota en la niebla que soy yo, y si sabré ocuparme de ella con la fuerza y el coraje con el que siempre  me he ocupado de mis seres queridos. Estoy jodida, sí, porque es lo más difícil que he intentado hacer nunca, y estoy feliz porque tengo un nuevo ( y muy antiguo) objetivo para este año.

la foto-3

 Feliz 2014 y todo eso.

diario tesis – enero 4

4 Ene

maneras de estar solo

Ayer vino a verme un amigo de Madrid, hacía tiempo que  no lo  veía. Entre otras cosas, me dijo que se  sentía melancólico sin saber por qué, que quizá fuera porque sus hijos ya se habían ido y… bueno. Mirándolo a los ojos  y sorprendida de no reconocerlo del todo,  le contesté: –pues no sé, pero estás guapo. Y como es un  romántico de esos que no sabe que lo es, me dijo: –no creo. Será esa belleza que da la nostalgia… Me acordé de unos versos leídos esa misma tarde y pensé de cuántas formas se puede estar solo.

Lo que  tampoco sabe, y yo no le dije porque cada uno es cada uno, es que a veces y  sin apenas darnos cuenta,  al corazón se le rompe un cachito  entre tanta acompañada soledad.

Mir ist uweilen so, als ob

das Herz in mir zerbrach.

Ich habe manchmal Heimweh

Ich weiß nur nicht, wonach. 

                                                                   Mascha Kaléko

                              (Ocurre a veces que me siento /como si el corazón se me rompiera. /Tengo nostalgia algunas veces /y yo no sé de qué.)

 Tres maneras de estar sola. Mascha Kaléko ( Traducción de Inmaculada Moreno). Renacimiento.

la foto

                                                          

 

diario tesis – diciembre 29

29 Dic

la foto

28 de diciembre

Me levanté mucho antes que mis hijos, a la hora de las gallinas, como se suele decir. Hábito al que  he acabado sacándole  partido, pues es cuando me cunde más el trabajo y mejor escribo. Me acostumbré a hacerlo siendo mis hijos muy pequeños  y  no sé yo  mucho de la voluntad de las gallinas  para madrugar de tal manera, pero a mí me costaba horrores hacerlo. El colchón me atraía hacía la cama como un imán con súper poderes y  solo tras estoicas cruzadas emprendidas por mi voluntad, (una mierda a lo del instinto materno), conseguía levantarme temprno después de  ajetreadas  noches de mocos, pipís e infantiles terrores nocturnos. (¿Tendrá algo que ver esto con lo de “mamá gallina”?) En fin,  dejaré esta idea para mientras me ducho, porque como tire por aquí me sale  un post distinto al que quiero contar.

Como decía, con mi primer café me puse a preparar la mesa del desayuno para todos, me encanta eso de desayunar  en plan navideño, que es  de lo poquito que me gusta del “montaje navideño” porque… (es la segunda vez que  me asaltan ideas que quieren boicotear este post  para convertirlo en otro, pero en fin, lo que me gusta es  la oportunidad de desayunar todos juntos). Sigo. Preparando la cafetera recordé que era el día de los Santos Inocentes y a mí, que no me gustan ni las bromas ni las sorpresas, mira por dónde  se me ocurrió gastar una inocentada a mis hijos. Me fui a mi dormitorio, cogí tres folios blancos  y recorté tres muñecos a los que les pegué un trozo de papel celo en la cabeza. Y seguí preparando tortitas, bollos, jamón…mientras ellos iban apareciendo. Estando ya para terminar el desayuno y charlando animadamente (yo previamente comenté que había dormido regular dándole vueltas a la cabeza) les dije en tono serio:

hijos, os quería comentar algo importante que llevo pensando hace tiempo.(Mi labio inferior temblaba como si fuera a empezar a llorar, aunque en realidad era el esfuerzo que con él estaba haciendo para contener la risa).

–¿Qué pasa mamá? dijo mi hija poniéndose blanca como la harina del mollete que se acababa de comer.

–Bueno pues…que he tomado una decisión. Creo que podréis comprender que  ahora que , ahora que yo…

–¿Ahora que qué  mamá? Volvió a decir mientras  los otros dos parecían estatuas de mazapán de  tan mudos y quietos  que se habían quedado.

–Pues que ahora que ya no vivís ninguno en Sevilla, que  ya no estáis en casa…pues que…

– por dios mamá que qué, preguntaron los tres.

Pues que he decidido vender la casa e irme a vivir a Madrid con vosotros.

–¿?????????? Las caritas que pusieron los tres es indescriptible. Todavía ahora, mientras escribo, se me saltan las lágrimas de la risa. Mi hija no daba crédito, su cara reflejaba tal preocupación por el estado mental de su madre, que casi me arrepentí de estar gastándole esa broma. Mi hijo, con los labios  blancos y apretados, fruncía la frente como intentando procesar  la imagen  que  sobre mí en Madrid  le proyectaba su imaginación.  Y mi yerno, pobre, su rostro  mostraba la expresión como la  del preso  que  acaba de recibir una sentencia a cadena perpetua.

la fotoNo pude mantener  la inocentada más de dos o tres minutos, me ahogaba con la  risa contenida  y además temí que a mi hija le supusiera un disgusto demasiado grande. Salí corriendo a mi dormitorio, cogí los muñecos  y se  los pegué a cada uno en su camiseta al tiempo que les decía ¡¡¡inocentes!!! Ahora sí, ahora sí  que las caras fueron divertidas, y más aún,  las explicaciones de ellos mismos  a sus modos de  reaccionar. Cuánta  juventud.

Hoy, hoy  no puedo más que sonreír. Serán inocentes…

virgen – noviembre 9

9 Nov

feijoas

feijoas

Ayer me llamó un amigo que  acababa de leer la última entrada del blog. En cuanto descolgué el teléfono me dijo: –venga, te recojo en media hora. Vas a probar algo, ya es hora de que dejes de ser virgen.

–Hombre Renaldo, –le contesté muerta de risa, –yo sé que tienes alto concepto de mí, pero la verdad es que,  aunque últimamente no se me conozca varón, lo que se dice  virgen…(y eso que no tenía yo muy claro que fuera alto el concepto que de mí, por eso de ser virgen  porque en fin…).

–No seas idiota, anda, deja la tesis  que voy a por ti. Mañana es  9, no?

Y así me vi en un peculiar huerto rodeada de guayabas, zapotes blancos y feijoas. A dos manos arrancaba frutas desconocidas y mis labios hinchados de sabor bebían aromáticos jugos que mi lengua erecta era incapaz de reconocer. Sorprenderse. ¿Cómo describir esa primera vez? Un placentero escalofrío barría todas mis venas, cosquilleo. Paladar adormilado y latidos en los pies. Corazón en la barriga y cabeza hecha estómago. Himen roto. Miré a Renaldo, concentrado, recogía frutos recién caídos. Estaba tan atractivo. Le  pregunté qué edad tenía y por respuesta me dijo que a cierta edad uno sabe que ser joven es una cosa complicadísima, que requiere altas dosis de esfuerzo y voluntad, y sobretodo, estar dispuesto a perder la virginidad cada nuevo día. Y se marchó hacia la casa arrastrando un saco lleno de feijoas.

Andando a saltitos sorteando las frutas picadas caídas en la tierra, calculé la de cosas que me quedaban por conocer, por hacer, por disfrutar. Pensé que no recordaba yo que me lo pasara tan bien la primera vez que perdí la virginidad. Claro que, en aquel entonces, era demasiado mayor para sorprenderme ya por ninguna cosa.

diario tesis – noviembre 1

2 Nov

por santa maría la blanca

Esta mañana, día de Todos los Santos, he ido a ver a una amiga que acaba de tener una niña. Preciosas estaban las dos, olían a ternura de tal manera que de ella se me ha quedado impregnada la emoción. Bajando por la calle de  Santa María la Blanca, he visto abierta la iglesia que lleva el mismo nombre, para mí, la iglesia más bonita de Sevilla. He entrado, había misa de una, y el ronroneo de los rezos me ha transportado a hace muchos años: mantenía en brazos a mi niña. ¡Dios! (con mayúscula porque va después de punto), cómo siento esa azucarada sensación de plenitud agarrada a mis tripas. Es, como un suave mordisco de dulce de leche cada vez que pienso en ella. Pero ahora en esta iglesia, esa sensación me ha regurgitado en la garganta casi sin dejarme respirar. Es ayer. Me he arrodillado, he querido rezar, pedirle a la Virgen por mi hija, que por favor… pero mi jodido agnosticismo solo me ha permitido admirarme de la belleza de esa estatua y envidiar a los que participaban de la celebración. Si por lo menos pudiera creer y negar…

diario tesis – octubre 31

31 Oct

asociaciones y asociaciones

No sé cómo empezar. Tengo tan pocas ganas de hablar de lo que me pasó la semana pasada con la asociación literaria, que es como si en  la punta de la  lengua me hubieran pegado un ladrillo con cemento y me fuera casi imposible articular palabra. Desde el último mail de la asociación me quedé así, muda, y  ahora que he dejado pasar ese primer momento, pienso que mi inconsciente (mucho más inteligente que mi consciente), fue el que provocó esta parálisis lingual. Ayer, una imagen que mi hijo había subido a facebook, fue la detonante que puso en relación mi consciente con mi inconsciente, entendiéndose los dos a la primera y a la perfección y la que hizo que llegase  a la siguiente conclusión. Cuento escuetamente los hechos:

-Recibimos mail  todos los miembros  de la asociación con las bases de un juego secreto, donde los títulos propuestos para ascender de categoría van desde escudero a caballero de honor. En las bases no aparece ni un solo título femenino. Algunos, sin posibilidad de femenino, vaya, que no existen.

-Contesto con cierta ironía (estamos entre estudiosos de literatura, todos masterizados en escritura creativa, además de profesores, catedráticos, escritores …) la posibilidad de que  las mujeres de la asociación podamos acceder a algún otro título que no sea el de  “caballera” o que al menos  se nos pueda considerar  “damas”.

-No hay respuesta por parte del “Caballero (autonombrado) de Honor”  que propuso el juego.

-Aparece una sola sugerencia, masculina, con intención de subsanar las carencias que tales títulos  padecían proponiendo algunos cambios. Hace también otra observación para que se pueda participar de manera on-line.

-No hay respuesta para ninguno de los dos  mails por parte del “ caballero de honor” (persona que propuso el juego inicial).

-Unos días después, día en el que los medios acaban de comunicar el nobel de literatura a la escritora canadiense Alice Munro, la persona miembro de la asociación literaria que propuso el juego inicial, hace el comentario siguiente sobre el otorgamiento del premio a Munro:

“…me sorprende que no hagan referencia a los maestros norteamericanos en esa visión: Carver, Cheever, Yates, Updike; de quienes debió aprender. Dicen que en Canadá la llaman “la Chejov canadiense”, pero ya llamaron así en los años 50 a Raymond Carver, y aunque no es falso que ella pueda ser la Chejov canadiense, hubo chejovs en Estados Unidos mucho antes…”

Y claro, tras  llevar varios días esperando una respuesta al primer mail y  leer esto como única respuesta,  me hizo pensar que por la forma y modo en que felicitaba a Munro, ni ella llegaría a “caballera” en la  asociación secreta de nuestra asociación literaria. Qué forma más extraña de valorar el trabajo de esta mujer. Ni Yeats, Carver, Updike, Cheever tienen la temática, ni el tratamiento de la narrativa que propone Munro, pues  a diferencia de estos, “ella rescata el género gótico y lo dota de unas características innovadoras que han hecho de su narrativa algo realmente único, (de ahí el nobel). En sus relatos, la mujer aparece como un personaje en constante vicisitudes que, lejos de convertirse en una víctima, sobrevive a su entorno a base de una profunda transformación emocional”* . Si al menos la hubiera comparado además con otras mujeres, Margaret Atwood por ejemplo… ¿pudiera ser  por eso…?

-Escribí otro mail indignada lógicamente,  asombrada de la misógina y parcial visión  que de esta escritora exponía públicamente el caballero, por la falta de respeto que suponía  no haber tenido cojones o interés en dar  respuesta a ninguno de los mails de la asociación (una simple disculpa hubiera sido suficiente) y también,  por la escasa respuesta del resto de los  socios. (En un primer momento, dos chicas, además de aquel primer chico, habían contestado  a los mails). Así que tras argumentar mi desacuerdo en el modo en que este miembro de honor de la asociación felicitaba a Munro, y expresar mi descontento por pertenecer a una asociación en la que se vislumbraba una filosofía de las relaciones humanas desiguales, abiertamente machista y donde solo una o dos personas se sentían motivadas o  capaces de rebatir públicamente lo que pensaban, me di de baja. Un miembro más, que expuso igualmente  su  desánimo y descontento, se dio de baja entonces.

A raíz de este último mail, varios correos abiertamente ofensivos enviados por parte  de dos o tres  miembros de la asociación (interesante:  solo chicas), trataron de hacerme partícipe de un absurdo intercambio de insultos cargados de despropósitos, tales como que no sabía escribir, cosa que es posible y discutible (por eso mi ilusión de pertenecer a la asociación), o que lo que pretendía era entablar una lucha de géneros (cosa que no siendo exactamente así, sí era el fondo de la cuestión planteada al principio), hicieron de mi lengua ladrillo y de mi saliva cemento. No volví a contestar. Y no porque no tuviera nada que decir sino porque muchas veces, lo que más dice es callar.

callar

*Conferencia de E. de la Peña sobre  El papel de la mujer en la obra de Alice Munro .