alumbrar o deslumbrar
Cada día estoy más convencida de que las cosas suceden por causalidad y no por casualidad. Os cuento. Resulta que en el último post que subí el 5 de abril, relato cómo quedé deslumbrada por un potente rayo de luz que me hizo acabar en urgencias. Y mira por dónde, después de escuchar mi voz interior y a las otras cuatrocientas voces exteriores de mi gente, diciéndome que he de tomarme la vida de forma algo menos acalorada, me llega hoy en manos de los escritores Juan Bonilla y José Mateos, la iluminación que necesito. Habla Juan Bonilla de aforismos que deslumbran pero que luego nada recordamos de ellos y de los que alumbran, esos aforismos que no se acaban cuando se acaban de leer, sino que siguen acompañándonos luego, alumbrándonos.
Y decía antes lo de la causalidad porque son ellos los directores de la revista literaria de la que estoy haciendo la tesis. ¿Es eso casualidad? Yo pienso que no. Mientras estaba tumbada en la camilla de urgencias, esperando que me hiciera efecto la pastillita azul que me habían puesto bajo la lengua, yo misma me decía que no podía seguir así, que tenía que priorizar en afectos e intereses. Es decir, que tenía que volver a modificar esa escala de actividades que uno no sabe por qué se impone de tal o cual manera, y me digo que de una vez por todas lo que tengo que hacer es dedicarme de lleno a mi trabajo y a organizarme el tiempo libre para dedicarlo exclusivamente a la tesis. Y que debo dejar el blog y el poemario para mejores tiempos,(aunque como no sea que encuentre a alguien que me mantenga lo tengo claro…) En fin, que alumbrada por el pánico allí tumbada en la camilla, se me ocurre que para no emplear un tiempo que no tengo, voy a subir al blog solo aquellos pensamientos que se me vienen a la cabeza, pero sin desarrollar, esos dit o gérmenes de dónde una vez sumergidos conmigo en la bañera , saco mis surrealistas reflexiones, poemas, relatos o lo que sean. Y mira por dónde curioseando en el blog de Juan Bonilla del pasado 13 de marzo, leo lo que escribe sobre el libro de aforismos, Silencios escogidos, de José Mateos:
Yo dividiría a los aforistas en dos grandes grupos: los que nos deslumbran -con el efecto de una ceguera momentánea: la luz coloca- y los que nos alumbran… José Mateos pertenece a ese (segundo) grupo. Uno de sus aforismos lo deja claro: “Mientras algo pueda callarse ¿para qué escribirlo?”…
Anda que no. Continúa Bonilla hablando del libro con un lenguaje que a mi se me antoja tan aforístico como el de los propios aforismos de su amigo Mateos, quizá por eso son tan amigos. Nos cuenta que el autor de Silencios escogidos llama s a sus aforismos —divinanzas—, y nos revela uno más: “El lenguaje no me deja estar solo”. Y este me llega hasta ese último rincón de mi pensamiento haciéndome capaz de recuperar esa parte que creo perdida de mí misma. Y siento que estos aforismos me permiten compartir con el mundo esa región psíquica y afectiva tan únicamente mía. Y sentirme así un poco menos sola. Entonces, alumbrada por ambos decido que a partir de ahora (salvo esas veces que sé que no me podré aguantar), subiré al blog solo mis aforiches. Aforismos que vendrían a alumbrar (esperando que pertenezcan a este grupo en la clasificación de Bonilla), como pequeñas llamitas de vela.O, por poner un ejemplo más de andar por casa, estos aforiches vendrían a ser como chucherías que no pretenden más que provocar una sonrisa.
Y ahora sí, ahora ya.
abril 2014

* cuadros de José Mateos