Archivo | noviembre, 2013

diario tesis – noviembre 24

24 Nov

Ayer, trabajando en casa con unos compañeros, uno de ellos  se paró a mirar un pequeño cuadro que tengo colocado entre los libros. Este cuadro me lo regaló un antiguo novio con el que sigo teniendo una bonita amistad ( mejor que antes, ya sabéis…) El caso es que  en el cuadro, sobre una redonda y naranja luna se lee “Dile a la luna que venga” . Desde el primer momento me enamoré de este cuadro-poema,  es magnífico. Cuando vi que uno de mis compañeros opinaba  lo mismo que yo sobre él, ( sensibilidad y calidad al mismo tiempo), pensé en lo absurdo de las modas y tendencias de muchos poetas y  críticos actuales. En esa  pretensión de que  hoy en día no se pueda,» lleve» el escribir abiertamente sobre sentimientos que podríamos llamar “bonitos”,  salvo en el caso que vayan camuflados, con esa intención de ocultar  no ya lo que sentimos, sino hasta lo que queremos decir. Como siempre, como todo. Esa noche, en mi bañera, después de recibir un whatsapp que no contesté porque no había nada que contestar  me dije: ¿Y por qué coño no puedo hablar  yo  de la luna?

poema:    luna 9 

ya sé                        

Ya sé, ya sé que hablar de soles, lunas y estrellas no se lleva

que enamorarse parece ser ridículo y obtuso

que esperar nerviosa una llamada, comprar bragas de mercadillo

y leer unos poemas, son cosas que solo haría una loca.

Pero yo, yo quiero que me duelan los ovarios de ganas de tus labios

yo quiero besar esa cara de bobo con mi estúpida sonrisa

yo quiero beber esa lágrima que te asoma cuando te entra la rabia

pisarte los zapatos y que te metas conmigo por lo mal que bailamos.

Yo quiero pasear por la orilla de un lago, ver el agua estancada

y oler a rosas aunque todo esté podrido. Yo quiero lamer el azúcar

y la  sal y la leche de un cuerpo que duerma junto al mío.

Yo quiero contarle a alguien que anoche, anoche, la luna estaba llena.

 

 

virgen – noviembre 9

9 Nov

feijoas

feijoas

Ayer me llamó un amigo que  acababa de leer la última entrada del blog. En cuanto descolgué el teléfono me dijo: –venga, te recojo en media hora. Vas a probar algo, ya es hora de que dejes de ser virgen.

–Hombre Renaldo, –le contesté muerta de risa, –yo sé que tienes alto concepto de mí, pero la verdad es que,  aunque últimamente no se me conozca varón, lo que se dice  virgen…(y eso que no tenía yo muy claro que fuera alto el concepto que de mí, por eso de ser virgen  porque en fin…).

–No seas idiota, anda, deja la tesis  que voy a por ti. Mañana es  9, no?

Y así me vi en un peculiar huerto rodeada de guayabas, zapotes blancos y feijoas. A dos manos arrancaba frutas desconocidas y mis labios hinchados de sabor bebían aromáticos jugos que mi lengua erecta era incapaz de reconocer. Sorprenderse. ¿Cómo describir esa primera vez? Un placentero escalofrío barría todas mis venas, cosquilleo. Paladar adormilado y latidos en los pies. Corazón en la barriga y cabeza hecha estómago. Himen roto. Miré a Renaldo, concentrado, recogía frutos recién caídos. Estaba tan atractivo. Le  pregunté qué edad tenía y por respuesta me dijo que a cierta edad uno sabe que ser joven es una cosa complicadísima, que requiere altas dosis de esfuerzo y voluntad, y sobretodo, estar dispuesto a perder la virginidad cada nuevo día. Y se marchó hacia la casa arrastrando un saco lleno de feijoas.

Andando a saltitos sorteando las frutas picadas caídas en la tierra, calculé la de cosas que me quedaban por conocer, por hacer, por disfrutar. Pensé que no recordaba yo que me lo pasara tan bien la primera vez que perdí la virginidad. Claro que, en aquel entonces, era demasiado mayor para sorprenderme ya por ninguna cosa.

diario tesis – noviembre 8

8 Nov

borrador

Cada vez que releo un post subido al blog, ya sea un poema, una de esas reflexiones de bañera o cualquier otro escrito, veo nuevos fallos de todo tipo, ortográficos, sintácticos, de contenido… y me es imposible dar por definitivo o  acabado ninguno de ellos. Para evitar la inseguridad que este puto perfeccionismo me provoca, suelo pensar  que subo borradores de textos que  están en espera de una última revisión, que haré, cuando pasen a formar parte de un libro de ensayos, relatos o sabe dios.

De repente, a modo como imagino le pasó a Newton con su manzana, me ha venido una idea y he entrado en estado de pánico, ¿es mi vida un continuo borrador?

Y es curioso que me haya planteado esto justo ahora, cuando nunca he sido tan  consciente de mi vida, de sentirme viva. Acaso sea  por eso.

diario tesis – noviembre 1

2 Nov

por santa maría la blanca

Esta mañana, día de Todos los Santos, he ido a ver a una amiga que acaba de tener una niña. Preciosas estaban las dos, olían a ternura de tal manera que de ella se me ha quedado impregnada la emoción. Bajando por la calle de  Santa María la Blanca, he visto abierta la iglesia que lleva el mismo nombre, para mí, la iglesia más bonita de Sevilla. He entrado, había misa de una, y el ronroneo de los rezos me ha transportado a hace muchos años: mantenía en brazos a mi niña. ¡Dios! (con mayúscula porque va después de punto), cómo siento esa azucarada sensación de plenitud agarrada a mis tripas. Es, como un suave mordisco de dulce de leche cada vez que pienso en ella. Pero ahora en esta iglesia, esa sensación me ha regurgitado en la garganta casi sin dejarme respirar. Es ayer. Me he arrodillado, he querido rezar, pedirle a la Virgen por mi hija, que por favor… pero mi jodido agnosticismo solo me ha permitido admirarme de la belleza de esa estatua y envidiar a los que participaban de la celebración. Si por lo menos pudiera creer y negar…