Teníamos reunión de departamento y vaya tela. Intervine para comentar que no me parecía indicada una actividad propuesta, (la encontraba demasiado elevada para el nivel al que iba dirigido o en todo caso, a mi modo de ver. la formulación de la actividad no estaba bien elaborada). Ante mi observación, la compañera que había diseñado la actividad me contestó tan a la defensiva que más bien parecía que le hubiera hecho una crítica hacia algo suyo personal. Le argumenté entonces las razones pedagógicas por las que yo entendía que esa actividad no era la indicada, y ella intentó restar seriedad a estas observaciones comentando que bueno, que se podría poner “algo así”, que la terminología no importaba. Cosa que no me pareció seria. Intervino un tercer compañero (este creo que había colaborado en la actividad), para decir que yo no podía imponer mi forma de pensar si algo no me parecía bien. -¿Imponer? –dije.
Esta observación fue la que me hizo cambiar el tono de la conversación mostrándome enfada, no porque no aprobaran mi opinión, sino por las actitudes tan a la defensiva desde el principio de ella y la tan manipulativa, (tratando de defender su postura haciéndome sentir mal) del otro. Les dejé hablar.
Mientras el corazón me hacía tum-tum-tum…me puse a darle vueltas a la posibilidad de si este compañero tenía razón o no . Con la mayor sinceridad que fui capaz conmigo misma, pensé dos cosas: una, la gran diferencia que hay entre imponer tus ideas y la de no callarte ante lo que crees debes hacer algo por mejorar o cambiar. Pues, “ in my opinión” , cada vez hay más gente sin ideas o sin ganas de decir lo que piensa. Como si una indiferencia pavloviana condicionada a golpes de desilusiones o desengaños estuviera invadiendo a todo el país, haciéndose todo “porque sí”. Como si el estado de indefensión política y económica en el que hemos entrado estuviera contaminando todo lo demás. Y la otra, que pudiera ser, que toda esta argumentación sea simplemente el fruto de un inconsciente intento por justificar mi enfado ante la observación de dicho compañero, y sea yo persona incapaz de admitir una crítica. Nadie opinó más nada en la reunión.
En fin. Me pongo a trabajar en la tesis. Por cierto, leo la crítica de un escritor a otro en la revista cultural que investigo, (hablo de 1988), eso si que es una crítica y no la mariconada que yo acabo de contar.
13 septiembre 2013
Como siempre, el problema que subyace es la ignorancia. Me gustaría saber porqué no se inclinaron a conocer tu versión, ponderarla y valorarla, antes de lanzarse a un ataque defensivo… Tu corazón no merece esa alteración.
Bueno, imagino que tendrán razones que yo desconozco.Pero mi versión contada aquí, aunque llena de subjetividad, no ha tratado de ignorar las causas de tal envite sino tratar de entenderlas. En fin, lo que está claro es que a mi corazón no le merece la pena acelerarse por estas cosas.