pies de chocolate

11 May

pies de chocolate

-¡qué jodidamente corre todo lo bueno, Poppy!-

 Fernando Savater

-¡Bonitos pies!-

Gira la cabeza mientras entra a pagar en la gasolinera

(de espaldas un  hombre con helado de chocolate  se aleja)

baja la cabeza y sonríe, las uñas color geranio le divierten.

Entra en el coche y se quita las chanclas

ese tío le ha manchado los pies de helado.

Olvidaba su aburrimiento comiendo helados mientras conducía.

Esta vez los había comprado de chocolate

los bronceados  pies de esa chica.

Cogió dos (uno ya  no le era suficiente para metérselos en la boca)

y pegándolos , como si no pudiesen respirar,

sintió ese cremoso cosquilleo  de  deshacerlos  dentro.

Ah, efímero placer.

Cogió otros dos, (esta vez debían durarle más),

y comenzó a lamerlos

mordisqueando las almendritas pegadas  a la costra

dura e intensa

que volvió a lamer

y subiendo  hacia abajo la lengua

introdujo hasta su garganta

la última pieza

y reteniéndola , aún sin deshacer ,

entre faringe y campanilla

con jadeantes sudores

un sonido gutural exhalaron sus cuerdas:

-no te vayas todavía cabrona, aguanta.-

El sudor se le hizo blanco y sus músculos vibraron

como vaca sacrificada en un matadero,

babeaba.

 

Kilómetros más tarde la policía le hacía echarse a un lado.

Derretidas en el arcén, unas chanclas blancas

buscaban el cuerpo geranio de unos pies descalzos.

 

 

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